lunes, 2 de marzo de 2009

Hábitat

La epidémica soledad que habita en todos lados. El crujir de los huesos anticipando un quiebre, un cambio.
Los colores de la aurora, soberbios, incendian el nuevo amanecer lleno de esperanza.
Color carne es mi deseo de evolución. Mi sangre. Lo que vendrá después de terminar el ciclo.

La luz tenue y diáfana me invita a reposar en el filo de la daga, mas ya no tengo miedo de herida, ni de dolor.

Mi consuelo errático y las cadenas de mi libertad forman un solo círculo. Ambiguo. Inconexo. Vital.

La ironía de estar vivo refleja la perfecta naturaleza de mí ser, el forcejeo eterno con la muerte que invita pero no anuncia.

Un simulacro que se deshace como arena entre las manos. El velo cae cuando el deseo despega. Tensión.

La celebración de lo efímero. La comunión de lo perpetuo.

No hay comentarios: